ste proyecto parte de un objetivo claro: diseñar un espacio de estar funcional, equilibrado y visualmente armónico. El salón se concibe como una zona común orientada al confort, la calma y la convivencia diaria.
La propuesta cromática se construye a partir de una base neutra en tonos cálidos, que garantiza un ambiente acogedor sin saturación visual. El revestimiento mural en tono burdeos aporta profundidad y contraste, definiendo un eje visual claro y controlado dentro del conjunto.
La iluminación mural, integrada en el diseño, cumple una doble función: aporta calidez ambiental y actúa como punto focal sin interferir con la limpieza formal del espacio.
El mobiliario bajo —mesas de madera maciza con líneas curvas— introduce peso visual en la parte inferior y genera una lectura fluida. Las formas redondeadas y las texturas naturales rompen con la linealidad del espacio, aportando volumen controlado y coherencia con los materiales predominantes.
El sofá, tapizado en lino natural, funciona como elemento base sobre el que se introducen matices mediante textiles auxiliares. La elección de tejidos con cuerpo y textura responde a un criterio sensorial y de durabilidad.
La alfombra de yute define la zona de estar, mejora la acústica y aporta unidad visual al conjunto. La chimenea mantiene su función estructural, reforzando el eje de simetría y la sensación de estabilidad.
Cada decisión de diseño responde a una intención funcional y estética, buscando un equilibrio real entre forma, materialidad y uso. El resultado es un espacio habitable, duradero y coherente en todos sus elementos.
E
“ Espacios que crecen”
n este proyecto, hemos querido otorgar un papel protagonista a las estancias infantiles, entendiendo que también estos espacios merecen diseño, sensibilidad y narrativa estética. No son zonas secundarias, sino lugares con identidad propia, pensados para acompañar el crecimiento desde la belleza, la funcionalidad y el equilibrio visual.
En el primer espacio, el equilibrio entre el verde salvia envolvente, el sofá en terciopelo teja y la alfombra gráfica aporta ritmo y profundidad. Elementos lúdicos como el neón o las ilustraciones se integran sin romper la armonía general. La zona de estudio, estructurada y simétrica, combina almacenaje, ergonomía y ligereza visual, pensada para evolucionar con el tiempo.
El segundo dormitorio responde a una sensibilidad más onírica: papel pintado con efecto cielo, doseles, cojines en formas orgánicas y un escritorio central como eje visual. La composición es poética, pero funcional. Todo está pensado para ofrecer orden, libertad y una estética atemporal que respete el universo simbólico de la infancia.